Según el Diccionario de la RAE, el mirlo es un pájaro de unos 25 cm de largo. El macho es enteramente negro, con el pico amarillo, y la hembra de color pardo oscuro, con la pechuga algo rojiza, manchada de negro, y el pico igualmente pardo oscuro. Se alimenta de frutos, semillas e insectos, se domestica con facilidad, y aprende a repetir sonidos y aun la voz humana.
Caramba con el mirlo, no sabía yo que el pájaro este aprendía tanto (gracias, Diccionario amigo).
Lo que no aparece en el Diccionario (no le compete) es que sí existen mirlos blancos: son rarezas, pero los hay.
De esa rareza proceden las expresiones «ser un mirlo blanco» (para referirse, por lo general, a una persona elogiable) y «creerse un mirlo blanco» (para referirse, sin excepciones, a una persona engreída, a una de esas personas que se consideran superiores en todo a las demás).
Con lo cómodo que iba yo por este senda, entre lo casi poético y lo casi instructivo, y voy a desviarme de inmediato (así no hay modo de obtener aplausos, qué va, ni con ayuda divina que tuviese).
Además de mía, la culpa de este desvío o nueva perdición (a partir de ahora) se deberá a unos economistas de renombre, Ramón Tamames entre ellos, a Javier Marías, escritor, y a unas palabras del brillante colega jllopart que leí en su blog el Día de los Enamorados:
9
Solo de barro
Dios hizo al mismo hombre
para ahorrar.
Le comenté que me parecía pura dinamita, y más dinamita pura hallé en su respuesta: «el jefe ya andaba con los recortes».
Y esos recortes me hicieron recordar lo que el mismo día (menudas aficiones las mías) leí en «la zona fantasma» de Javier, el artículo Esto no estuvo aquí siempre, y con esto se refiere a la democracia española, a la que ciertos políticos nuevos (para mí tengo, lo mismo que Javier, que se creen mirlos blancos) llaman «régimen del 78», equiparando así las libertades conseguidas entonces (a base de sudor y concesiones y entendimientos generosos) a la dictadura franquista (al «régimen» a secas, tan interminable como fusilador) por ignorancia o, mucho más grave, por desprecio o intención aviesa.
Y el artículo de Javi, a su vez, me hizo recordar las palabras de los economistas de prestigio contrastado, creo que del propio Ramón Tamames, a las que también presté atención el Día de los Enamorados (qué día, carajo, qué aficiones las mías últimamente, sí).
Habló Tamames (u otro de similar categoría, no estoy seguro, no importa) de Holanda: desde el fin de la Segunda Guerra Mundial lleva ese país con estables gobiernos de coalición. Tras las elecciones correspondientes, tardan unos cuatro meses en ponerse de acuerdo, pero los acuerdos se cumplen después a rajatabla. Lo que más les cuesta es hallar un presidente o una presidenta del futuro gobierno que sea un mirlo blanco; alguien que, además, no pertenezca (necesariamente) a ninguna de las formaciones políticas implicadas en el gobierno del país. Les cuesta, pero siempre encuentran al mirlo blanco que buscan.
Sencillamente genial (para mí). ¿Tan genial como utópico para nuestro país? Eso me temo.
¿Algún consuelo me queda? Pues sí. Me cuentan que una mayoría de estos políticos nuevos, para quienes lo importante no es cometer palmarios errores, sino reconocerlos (¡toma ya!, reconocer los palmarios errores cometidos es una obligación, caramba; se cumple con la obligación y se dimite de inmediato), son doctores (¡asombroso!) en Ciencias Políticas o en Economía y daban clases de su especialidad (¡la virgen, a cuántos universitarios habrán desgraciado de por vida!). Mejor, mucho mejor, que no las den tras su ascenso a mandamases por impepinables deméritos de Populares y Socialistas (acorralados por la corrupción, heridos por luchas internas, asfixiados por el sinfín de parados que, en su desesperación, buscan remedio para su desempleo pertinaz en quimeras o milagros imposibles, en lo que sea, como yo mismo haría en su lugar). Eso que saldrá ganando el alumnado que no tendrán mientras se dediquen a su nuevo oficio, en el que pactar de frente (sin doble intención, sin egoísmos) y solucionar problemas a las personas que representan (aunque no estén acostumbrados) debería ser lo primordial.
¿Algo más que añadir? Sí. En su día, hace unos meses, agradecí el aire fresco que me aportaron estos nuevos políticos. Lo agradecí hasta que mucho en ellos me empezó a oler a lo de siempre (peor, para ser completamente sincero, y que cada palo aguante su vela; ya no estoy para muchos trotes, pero, bueno, haré lo que pueda con mi palo y mi vela de sexagenario mirlo negro).
Sabiduría suma, José Ángel… ¡Con lo complicado que es hoy en día encontrar mirlos blancos en este país nuestro!
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Muy complicado, sí. Ramón Tamames encontró (y citó) uno, no diré de quién se trata, pero a mí también me parece que sería un extraordinario mirlo blanco. No diré de quién se trata, insisto, porque sería una utopía ese «formador de gobierno», como lo llaman en los Países Bajos, en este país nuestro. Así nos va. En fin, gracias por tu testimonio, qué menos. Te adelanté que iba a soltar hostiazos, y sueltos están (de nuevo, viva la madre que me parió; ella no sabe que parió a un soñador más bien imbécil ni necesita saberlo, así que a otra cosa, mariposa).
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Jajajajaja. Eso, viva la madre que te parió, porque hay que parir gente soñadora, que si no vamos apañados entre tanta burocracia activa… o pasiva,
Un abrazo.
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Pues eso, que viva. Mi abrazo va.
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Vaya amores más raros tiene este hombre, pensaba yo a mitad de artículo… Menos mal que yo también soy una de las imbéciles que todavía cree que existen mirlos blancos. Ojalá diéramos con uno de ellos ya. Un abrazo.
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Me parece que los españoles no estamos acostumbrados a buscarlos. Pero, según dicen los sabios, pueden encontrarse si se buscan. Gracias por el testimonio y mi abrazo va.
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Pues yo estoy con los mirlos negros. Cierro el Word. Ultimaba la versión definitiva de mi una novela que saldrá en breve. Se titula «Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird)» y me encuentro con esto al entrar en el blog. ¿Alguien dijo que la casualidad no existía? Si es así, se equivocó.
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¡Ya lo creo que se equivocó de ser así, Manuel! Estuve hoy de visita por los blogs, después de haber estado en la Prípiat de Chernóbil por motivos «laborales» (para el blog, claro), y me encuentro, a las primeras de cambio, en un blog amigo, con una imagen que podría pertenecer a la Prípiat misma. Algo muy parecido a tu comentario comenté yo en él. Vivir para ver, amigo (por cierto, muy sugerente ese título, mantennos informados).
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Vivir para ver, efectivamente. ¡Y tanto que os mantendré informados! “Adiós, mirlo, adiós” es una secuela de “El corto tiempo de las cerezas”, aunque no es necesario habérsela leído para entender lo que en esta se cuenta. Muchas han sido las entradas que he dedicado a la primera, más aún a esta.
Afectuosos saludos.
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Bien, ahora te tengo cerca, mismamente en mi blog. Saludos afectuosos, por supuesto.
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Cuando pincho en el enlace no me da acceso, sale una serie de líneas y números interminable.
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Acabo de entrar yo en tu blog sin problemas a través del enlace en cuestión; dos veces, una con identificación y otra mediante navegación en privado. No sé qué puede pasar. Prueba, si haces el favor, con algún otro enlace a ver si sucede lo mismo. Hay que solucionar el problema como sea (para unos pocos que nos leen, si encima se topan con dificultades semejantes…). Hace más de dos meses que el enlace está ahí. De hecho, casi siempre accedo a tu blog desde él. Ya me contarás.
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Hace unos días se me estropeó el ordenador, se murió. Funciono con uno que me ha dado una amiga a la espera de ver cuál me compro. Es posible que se deba a ello. No sé. Lo he vuelto a intentar y el resultado ha sido el mismo. Debe ser un problema de configuración, no consigo acceder de ninguna forma.
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He pedido socorro y mi cuñado, desde su casa, ha accedido sin problemas a tu blog desde el enlace (funcionan todos, lo ha comprobado de paso). Así que tiene que ser algo relacionado con ese ordenador que manejas. Por cierto, a finales de año cambié yo de ordenador y, debido a mis torpezas, casi pierdo el blog (menos mal que los de USA, a quienes tanto suelo criticar, me ayudaron a recuperarlo). Por si acaso, cuidado con el Windows 10, de momento no va bien. Con el 8.1 (que traen ahora los ordenadores nuevos) voy yo sobrado. De todos modos, Manuel, avísame si persisten los problemas de acceso o, en su caso, cuando se hayan solucionado. De informática estoy peor que tú, eso fijo, pero pido ayuda y me ayudan. En poco más puedo ayudarte yo, al menos de momento.
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Es que esto ordenador todavía funciona con Vista. Ese debe ser el problema, no encuentro otra explicación.
Este es el inicio de lo que me sale al clicar:
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Ese será el problema, sí (certificado, hay acceso directo desde mi blog al tuyo). E insisto: cuidado con el Windows 10 e, incluso, con el 8.1 (ya medio domino este último, pero me costó dios y ayuda hacerme con los mandos).
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Yo también leí aquel artículo de Marías, tal vez por casualidad, porque pasé de leerlo por costumbre a olvidarlo por algo parecido pues empezó a resultarme repetitivo. Será probablemente una maldición que nos sacude a los que vamos cumpliendo años: poco nuevo podemos añadir y entonces, por no callar, nos autocopiamos una y otra vez. No obstante, esa columna la disfruté como antaño.
Por fortuna, lo que no se nos puede quitar a los que peinamos canas (o simplemente, no peinamos) es la memoria y la perspectiva que da el tiempo. Eso es algo de lo que las nuevas generaciones aún carecen. Es fácil venderle a los jóvenes la moto de la novedad pero. cuando se ha vivido, se termina por concluir que en los asuntos humanos todo parece ya inventado.
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Nada que añadir: mejor explicado por tu parte, imposible. Conste tu testimonio y el mío.
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Reblogueó esto en Los Reblogueos de etarragoy comentado:
Son rarezas … muy sensatas
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Por sensatas son rarezas, evidentemente.
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Esto no es Holanda! Con lo pequeño que es ese país y la delantera que nos lleva en multitud de temas educacionales, sociales, sanitarios. En este país llamado España no hay mirlos. Aquí tenemos loros, cacatúas, gallinas, gallos de corral y cuervos muy negros. Los mirlos son casi oníricos por desgracia. En fin, Soñemos con estos preciosos e inteligentes aves y esperemos verlas de cerca algún día.
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Pequeño país pero, por lo que sé, muy bien organizado, tienes razón. Tal vez tú puedas ver mirlos blancos en nuestro país, Noe (dudo que yo pueda verlos igualmente, salvo en sueños, vuelves a tener razón). Gracias por tu testimonio (los siguientes, de llegarme, estarán aprobados, según le he indicado a este sistema, o lo que sea, de WP, y ten por cierto que me gustarán).
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Estupenda entrada e información José Ángel 🙂
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Gracias, Silvia. Qué difícil lo que a mí, seguramente por falta de luces, no me parece tan difícil. Aunque por algo está ahí el dicho de que el poder corrompe; el poder o, añado yo, la posibilidad de conseguirlo.
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Lo único que tengo claro, amigo, es que quien se cree un mirlo blanco está empezando a quitarse la careta y quienes le votaron a llevarse las manos a la cabeza.
Un abrazo.
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Qué bueno. ¿Por qué será que tengo la impresión de que eres escritor? Mi fuerte abrazo cómplice va.
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Mirlos blancos??.. mmmm, alguno habrá, digo yo?.. lástima que no los vea por ahora!! .. Genial entrada para reflexionar, amigo mío 🙂 Abrazos de luz
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Cuestión de acostumbrarse a buscarlos, porque los hay, amiga mía. Abrazos sinceros, no políticos.
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¿Políticos y Mirlos blancos? No sé… ¡Han existido en la historia! pero actualmente, parecen mitos… y ¡En todos los países! ¿Se nota? Suficiente ver el mundo y como deambula cada 24 horas. Saludos, Scarlet
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La semana que viene, de la mano de Michael Jackson, ayuda para el mundo pediré nuevamente. Saludos, amiga.
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Al final todo acaba por corromperse. Es una pena…
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Una pena, ya lo creo: la afición por el poder y por el dinero son enfermedades que, de momento, no tienen cura; no sé si la tendrán algún día, confiemos, qué remedio.
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Hola José.
Muy buena entrada. Saludos .
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Qué tímida, canelita. Cómo que saludos. Un abrazo como mínimo, mujer. El 22 publicaré algo, pero la entrada de nuestro ciego y tu emoticono saldrá el 25. En fin, saludos.
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Gracias.
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De nada. Buenas noches.
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Mirlos blancos…? Pues no sé. Yo, de momento sólo conozco a uno negro, negro y con un bonito pico amarillo, que me mira dese la palmera que hay delante de mi terraza. Creo que nos hemos hecho amigos, le preguntaré si existen. Aunque, de los «otros mirlos blancos» tengo el pálpito que no existen, amigo mío.
Besetes de lunes, lunero.
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Existir, existen, no es broma (entre los mirlos, digo). Entre los humanos, si ya es difícil hallarlos entre los propios mirlos… Para esa palmera y tu posible amigo y esa terraza envío yo mis besetes, que ya son de martes.
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